Capítulo 2. ♥ La moto del chico sensible.


Pasado.
*Ella caminaba con prisa. Chocaba contra la gente sin importar lo que pensaran después.
Llegaba tarde a algún lugar desconocido para todos aquellos a los que les diese igual. Para otros el lugar era el mismo: la oficina, el aeropuerto, el tren, la universidad, una comida importante...
Ella iba desconcentrada, sumida en el sonido de la música que entraba por sus oídos. Cantando y bailando mentalmente. Cruzó el paso de peatones sin mirar y no se dio cuenta, hasta estar en el suelo, de que el semáforo estaba en rojo.
-Tranquila -una mano se apoyó en su hombro. La voz la calmó lo bastante como para levantar la cabeza de entre sus rodillas.
Vio a un joven muy apuesto. Sus ojos eran azules. No la miraba fijamente, por miedo a romperla. Su pelo rubio, cortado y medio de punta tapaba los rayos del Sol. Era realmente guapo. Sonreía ladeando la comisura de sus labios. Se acababa de afeitar o al menos lo parecía. Él le tendió su mano derecha y esperó a que Ella reaccionara. La cogió y él la ayudó a levantarse para después sentarla en el borde de la carretera.
- Siéntate, deberías... recomponerte de tu casi-accidente mortal. Voy a por mi moto.
Ella le miró y fue ahí cuando se dio cuenta de que le conocía. Ella tenía una manera extraña de acordarse de la gente. Jamás olvidaba sus espaldas, ni sus orejas y él tenía en su oreja un pendiente. El pendiente que Ella le regaló a Jacob en el instituto, el día de su cumpleaños. Era él, sin duda, era Jacob.
Después de aparcar su moto cerca de donde estaba Ella, se sentó a su lado.
- ¿Estás bien? Perdona, me llamo...
- Jacob -y Ella le miró sonriendo.
- Como... ¿Cómo lo sabes? -se sentía incomodo.
- Jacob, soy Holly. Yo te regalé ese pendiente, ¿recuerdas? El día de tu catorce cumpleaños. Tus padres no te lo querían regalar y tú no tenías dinero, y yo te lo compré. Para no acordarse del grito que pegaste cuando te lo pusieron -Holly se echó a reír.
- ¡Holly! Joder, ¿dónde coño te has metido en todo este tiempo? -abrazo-. Y yo que casi te mato. Perdona rubiales. Aunque te aconsejo que mires por dónde vas, un día de estos, realmente, te atropellarán.
- Sí, lo sé. Tenía prisa. Llegaba tarde a la universidad. ¡Dios mío! La universidad. Tengo que irme. Toma -Holly cogió un papel de uno de sus cuadernos dentro del bolso y apuntó su teléfono, después se lo dio a Jacob- Llámame para quedar con Kate. Adios.
Se fue corriendo, y Jacob se echó a reír pensando, mientras volvía a subir a su moto, en lo guerrera que podía llegar a ser su perdida amiga Holly.

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